En medio de un clima político marcado por la tensión entre el oficialismo libertario y el kirchnerismo, un grupo de cinco gobernadores decidió mover sus fichas con un armado que busca romper con la lógica binaria que domina la escena nacional desde hace años. La novedad se presentó como un acuerdo estratégico, con una meta clara: construir una alternativa federal que tenga peso legislativo en el corto plazo y aspiraciones presidenciales en 2027.
El espacio está conformado por los mandatarios Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Claudio Vidal (Santa Cruz) y Carlos Sadir (Jujuy). Se trata de dirigentes jóvenes, con gestiones en marcha, perfiles diversos y, lo más importante, con respaldo popular propio.
El primer paso de este frente es conformar un bloque legislativo con identidad común en ambas cámaras del Congreso. Hoy cuentan con once diputados y siete senadores, pero estiman que podrían llegar a entre 15 y 20 bancas tras las elecciones de octubre. El proyecto tiene como base el reclamo por un federalismo más justo, con propuestas como la coparticipación de los Aportes del Tesoro Nacional y una nueva distribución de la recaudación de los combustibles.
En el trasfondo, el acuerdo también revela una preocupación compartida: la expansión del gobierno nacional sobre las provincias. La relación con Javier Milei, que en un primer momento se tejió con cierta cordialidad y pragmatismo, empieza a mostrar sus límites. La reciente experiencia en CABA —donde La Libertad Avanza se impuso por fuera de su alianza con el PRO— encendió las alarmas. Los gobernadores ven con claridad que la Casa Rosada no distingue entre amigos y adversarios cuando se trata de acumular poder político.
La iniciativa tiene el respaldo implícito del exgobernador cordobés Juan Schiaretti, quien podría encabezar una candidatura legislativa este año. Su figura aparece como una bisagra entre la experiencia de anteriores intentos de tercera vía y el empuje de esta nueva camada de dirigentes provinciales. Sin embargo, la construcción será lenta: los mandatarios saben que ampliar demasiado rápido el frente puede poner en riesgo la cohesión interna, y que la pureza del armado será clave para diferenciarse tanto del pasado reciente de Juntos por el Cambio como de las estrategias del peronismo no kirchnerista.
En Santa Fe, la jugada de Pullaro incluye una posible candidatura de su ministro Lisandro Enrico, una figura fuerte en el sur provincial. Su perfil combativo, especialmente contra el kirchnerismo, y su rol en obras públicas lo ubican como un nombre de peso para encabezar una lista competitiva en un electorado donde el voto libertario y el pullarismo comparten una amplia base.
Sin embargo, esa estrategia también genera tensiones dentro de Unidos, el frente provincial que llevó a Pullaro al poder. Algunos de sus socios, como el socialismo, no fueron informados con antelación del lanzamiento del nuevo armado nacional. Tampoco está claro cómo se resolverá la integración de las listas en un esquema que parece diseñado desde el núcleo más estrecho del gobierno provincial.
Más allá de los nombres propios, el nuevo espacio plantea un interrogante más profundo sobre el futuro del país: ¿es posible un federalismo real que no se traduzca en fragmentación? ¿Se puede construir un proyecto nacional desde el interior sin caer en antagonismos estériles con el conurbano bonaerense o el norte argentino? El tiempo dirá si este “grito federal” logra consolidarse como alternativa o queda apenas como un intento más en la larga lista de experiencias fallidas por romper con la polarización.